YAK-42
“Un avión con 62 militares españoles se ha estrellado en Turquía y no hay supervivientes”.
2004 - la mayor vergüenza de los 35 años de democracia y uno de los episodios más siniestros de mentiras y manipulaciones cometido por el Gobierno del PP.
Yakovlev-42D matrícula UR-42352 que había despegado a las 20.00 del viernes desde Kabul, la capital de Afganistán. A bordo iban 53 militares españoles que habían concluido su misión en la Fuerza Internacional de Asistencia y Seguridad de Afganistán (ISAF). El Yak-42 debía hacer escala en Kirguizistán para recoger a nueve integrantes del Ala 31, integrados en el destacamento Géminis, y desde allí volar a Zaragoza tras hacer una parada para repostar combustible en Trabzon (Turquía).
Denuncias de los militares, y la noticia de que la caja negra estaba averiada, se fueron desvelando en los primeros días entre Heraldo de Aragón y El País.
Pero en el ministerio de Defensa sabían que lo peor estaba por llegar. El teniente coronel Javier Marino González, miembro del CISET (Centro de Inteligencia y Seguridad del Ejército del Aire) había advertido un mes antes del accidente mortal del peligro de utilizar estos aviones. “Se están corriendo altos riesgos al transportar personal en aviones de carga fletados en países de la antigua URSS: su mantenimiento es, como mínimo, muy dudoso”.
Viaje a Trabzon
Un imán de la ciudad turca les entregó varias chapas identificativas de las víctimas, que según Defensa, habían servido para identificar a los 62 militares en un tiempo récord de un día y medio.
Así nació la sospecha sobre la gran mentira urdida por el ministro de Defensa, Federico Trillo con su gabinete, y que acabarían pagando, a finales de 2009, el general Vicente Navarro, jefe del equipo médico español, (la “cabeza de turco”, como lo calificó su familia en la esquela que se publicó al morir después del juicio), condenado por la Audiencia Nacional por falsedad documental, y los comandantes médicos José Ramón Ramírez y Miguel Ángel Sáez, que fueron indultados por el Gobierno del PP en 2012.
Dos generales españoles (Vicente Navarro y José Antonio Beltrán) firmaron un documento oficial con los forenses turcos en el que asumían que se llevaban 30 cadáveres que no estaban identificados. Estaban carbonizados o llevaban anillos (cinco de ellos) y ni se detuvieron a reconocerlos
El 13 de diciembre de 2003, unos 300 familiares se manifestaron por las calles de Madrid pidiendo que Defensa diera explicaciones. El cartel que portaban decía: “Volvemos en una tartana”. Entonces no tuvieron ni apoyo mediático. Estaban solos, y las velas que encendieron esa noche junto a las verjas del Ministerio de Defensa fueron retiradas por la policía en cinco minutos.
El Gobierno de José María Aznar estaba a punto de lograr su objetivo: que no se supiera nada de la tragedia antes de las elecciones del 14 de marzo.
Secretario general de Política de Defensa, Javier Jiménez Ugarte, a las familias. En ellas se nos acusaba de hacer “una campaña sensacionalista” y lo negaban todo. “El Gobierno lamenta profundamente que un asunto tan doloroso y delicado sea objeto de un tratamiento tan escasamente riguroso y tan poco respetuoso con la memoria e intimidad de los afectados”, dijo el Gobierno en una nota de prensa.
DESPUÉS LE NOMBRARON EMBAJADOR DE SUECIA por los "servicios prestados al PP"
Para entonces, el Gobierno de Aznar --ahora Rajoy-- y Trillo había perdido las elecciones ante el PSOE. España había vivido el peor atentado de su historia, el del 11-M, donde se aplicó la misma política de la mentira oficial; en este caso, sobre la autoría del mismo. Sin embargo, en la identificación de los 192 fallecidos ese día, los forenses civiles advirtieron de que no iban a repetirse los errores cometidos en el accidente del Yak.
/ctxt.es







No hay comentarios:
Publicar un comentario